martes, 25 de abril de 2017

Un poco de historia (LXII)

El primer presupuesto de Santander

Estos días en los que se habla mucho, entre otros temas, de los Presupuestos Generales del Estado y de cuentas públicas son un buen motivo para retroceder en el tiempo y conocer el que fue el primer presupuesto público de Santander.

Transcurría el año 1789 cuando don Manuel Francisco de Cevallos Guerra, conde de Villafuerte1, es elegido regidor de la ciudad. Villafuerte, desde mucho tiempo antes de ser elegido regidor, además de en la Corte, también gustaba de participar en los asuntos municipales. Hizo sugerencias de todo tipo, como dividir la ciudad en sectores para todo lo relacionado con la limpieza y el alumbrado públicos y trazó un plan para establecer una escuela de obstetricia. Una vez elegido regidor Villafuerte establece unas normas para elegir los cargos públicos, presenta un nuevo plan sobre los empleados municipales (número, vestuario, retribución, etc.), compró en Inglaterra mangueras y cubos para apagar incendios, aprobó el reglamento de la limpieza pública, etc., etc.

De entre todas las novedades que introdujo Villafuerte en la forma de gestionar la ciudad destaca la creación del primer presupuesto realizado de manera formal y sujeto a una reglamentación moderna. Desglosado, el presupuesto establecía las siguientes partidas:

  • Se abolieron los emolumentos que percibían los miembros del Cabildo Municipal (alcaldes, regidores, etc.). En su lugar se les asignó una retribución de 600 reales al año.
  • 300 reales al regidor encargado de la correspondencia para tinta y papel.
  • 400 reales al Procurador General para gastos menores.
  • 8.000 reales al Secretario por todas las tareas correspondientes a su cargo (asistir al Ayuntamiento, a la Junta de Propios y Arbitrios, a las rondas durante todo el año, etc.) sin poder percibir ninguna clase de gajes por razón de su empleo.
  • 3.300 reales al Archivero, que debía tener conocimiento de lenguas antiguas y buena pluma.
  • 6.000 reales al Depositario de las rentas de la ciudad.
  • 2.930 reales al Alguacil.
  • 2.555 reales a cada uno de los seis fieles de la policía con la obligación de actuar de porteros, cuidando de la limpieza de la Casa Consistorial y otros menesteres.
  • 1.450 reales al Alcaide de la cárcel.
  • 1.460 reales a cada uno de los cuatro alguaciles del juzgado.
  • 2.200 reales a dos clarineros.
  • 2.200 reales a un timbalero.
  • 3.700 reales a un celador de fuentes, cañerías, lavaderos, albercas, puentes, alcantarillas, empedrados, murallas, carnicería y puertas y edificios públicos.
  • 1.100 reales al Capellán del Oratorio del Ayuntamiento.
  • 140 reales al predicador de la fiesta de San Sebastián por el sermón.
  • 8.800 reales a cada uno de los médicos con obligación de no cobrar visitas a los vecinos, ni al hospital y pobres ni a los miembros del Cabildo Eclesiástico y de las comunidades religiosas, y sí poder exigir "moderado derecho" por la visita a los enfermos no avecindados.
  • 7.700 reales al cirujano primero comadrón con la obligación de asistir en partos difíciles y enseñar el arte de la obstetricia dando un curso cada año.
  • 4.950 reales a un segundo cirujano.
  • 2.000 reales a cada uno de los tres sangradores.
  • 6.000 reales a un médico de los cuatro lugares.
  • 2.200 reales al apoderado en Madrid.
  • 2.200 reales y un vestido libre cada dos años al pregonero público, "sin derecho al cuartillo de vino en cuba o palo de leña en carro de lo que se consume en esta ciudad, que está disfrutando".
  • 4.400 reales para la cera de funciones anuales fijas.
  • 1.626 reales perpetuos que se pagaban a la Catedral.
  • 6.624 reales para la Refacción Venerable, según la última concordia establecida con el Cabildo.
  • 1.100 reales para la conservación y ornato del oratorio de la Casa Consistorial.
  • 300 reales como limosna a la Venerable Orden Tercera.
  • 2.800 reales para las novilladas en honor de San Matías.
  • 120 reales para la tropa para las procesiones de Semana Santa.
  • 50.000 reales para gastos ordinarios y extraordinarios: reparaciones menores en fuentes y lavaderos, obras de conservación, libros municipales, sellos, encuadernaciones, carros para la limpieza pública, manutención de los caballos, riego de las calles y paseos, etc., etc.
  • 2.200 reales al asesor del Ayuntamiento para la defensa de pleitos.
  • 50 reales a un mimbrero.
  • 60.023 reales para réditos de censos.
  • 352 reales como la parte correspondiente a la ciudad del sueldo del Gobernador de Laredo.
  • 3.300 reales como sueldo del Alcalde Mayor.
  • 200 reales a toneleros empleados en el aforo del vino patrimonial.
  • 60.000 reales por encabezamiento de Laredo con la Real Hacienda.
  • 1.000 reales por derechos de la Contaduría de Burgos.

Villafuerte dio a la ciudad una fisonomía moderna, desechó viejas costumbres, transformó las rutinarias regalías en derechos y prerrogativas más en consonancia con los nuevos tiempos y dejó una población bien organizada hasta donde pudo hacerlo.

Para escribir esta entrada he utilizado como documentación el libro "Santander. Biografía de una ciudad", capítulo V, de José Simón Cabarga. Centro de Estudios Montañeses (1954).


1 Don Manuel Francisco de Cevallos Guerra nació en San Felices de Buelna en 1750. Era hijo de don Francisco Xavier Cevallos y Cevallos y de doña Margarita Guerra de la Vega y Peredo, señora de la casa de Guerra de Ibio. Se casó con doña María Aramburu, condesa de Villafuerte. Fue cruzado Caballero de Calatrava en 1790 cuando era capitán de Granaderos. También fue, entre otros cargos, gentilhombre de cámara del Rey, coronel de Infantería y prior del Real Consulado de Santander.




miércoles, 19 de abril de 2017

El otro Santander (VIII)

La calle Isabel la Católica

Nuestro paseo nos lleva hoy a la calle Isabel la Católica, una calle en pendiente que empieza en la calle Jesús de Monasterio y termina en la calle Cisneros, no sin antes atravesar las calles Rubio y Magallanes. Es una de las calles que delimitaba el Barrio de La Florida, surgido en el siglo XIX cuando se urbaniza la zona al norte de la Alameda Primera. Aunque han pasado los años por ella, sus edificios antiguos están bien conservados y en ella aún se puede apreciar el aire señorial que tuvo.

Calle Isabel la Católica

La calle tiene una pequeña e interesante historia que contar1. En 1903 el pastor protestante Enrique de Tienda solicita al Ayuntamiento permiso para construir un edificio con capilla, escuela y vivienda en un solar de la calle para reemplazar la capilla que estaba abierta en un viejo almacén en la calle Limón. La nueva capilla fue inaugurada en 1904 y tenía cristaleras policromadas, varios bancos y un órgano. En 1937 la comunidad protestante que lo ocupaba fue desalojada y el edificio fue ocupado por la Falange hasta 1942, año en el que fue adquirido por el contratista Ceferino Damián Casanueva Fernández a sus legítmimos propietarios, la Compañía Española-Americana, domiciliada en Boston (Estados Unidos). En el edificio sólo quedaban unos bancos, que fueron donados a la iglesia de Consolación, en la calle Alta. El edificio aún existe y es el número 14 de la calle.

Edificio nº 14 de la calle Isabel la Católica

La calle recibió su nombre actual en 1866, y en 1880 el Ayuntamiento decidió prolongarla hasta la calle Concordia (actual calle Cisneros).


1 Para más información sobre este tema, recomiendo el libro "La historia de la Iglesia Evangélica de Santander", de Matilde Camus.


jueves, 13 de abril de 2017

Un poco de historia (LXI)

Semana Santa

Hace tres años publiqué un artículo con fotos que muestran cómo era la Semana Santa hace muchos años en Santander, y hace unas semanas conseguí más fotos antiguas de procesiones pero no las publiqué entonces ya que me pareció mejor publicarlas ahora, en Semana Santa.


Jesús Nazareno en la calle Alta (1995)
El Sagrado Corazón en la calle San José (1961)


La Virgen de La Esperanza en la calle San Fernando (1966)
La Virgen de La Esperanza en la calle Vargas (1963)






lunes, 10 de abril de 2017

El otro Santander (VII)

La calle La Marina

La calle que hoy nos ocupa, La Marina, es una pequeña calle cuyo nombre es desconocido por la gran mayoría. Está situada en el Casco Viejo de la ciudad y es la que une las calles Del Medio y Arrabal.


Calle La Marina

Es una de las más antiguas de la ciudad y era parte del antiguo Barrio de la Mar, formado por las calles Del Medio, Arrabal, Puntida y Arcillero (estas dos últimas desaparecieron en el incendio de 1941). Después de la Revolución de 1868 recibió su actual nombre de La Marina y se proyectó su prolongación por detrás del Parque Municipal de Bomberos y de las casas del Río de la Pila hasta la calle San Celedonio, pero dicho proyecto apenas se empezó fue suspendido y sólo quedó la actual calle La Milagrosa.