Si los muelles hablaran...
Los muelles del puerto de Santander siempre han sido lugares de rebosante actividad, pues siempre había barcos atracados cargando y descargando mercancías, carros y trenes llevando mercancías de un punto a otro, almacenes repletos de cajas y sacos, montañas de mercancía a granel, etc., etc. No hay más que ver fotos antiguas, y no tan antiguas, para darse cuenta de ello.
Muelle de Calderón (1966)
Entraban y salían barcos procedentes de casi todos los rincones del mundo, grandes cargueros que hacían rutas transoceánicas y pequeños barcos de cabotaje. A vela y a vapor, de madera y de acero, por el puerto y sus muelles han pasado casi todos los tipos de barco existentes. A esto había que añadir el gran número de oficinas de navieras, consignatarios, aseguradoras, importadores y exportadores, etc., que tenían su sede en el paseo de Pereda y sus alrededores.
Muelle de Maliaño (1890)
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Muelle de Maliaño (años 80)
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A partir de mediados del siglo XIX, la creación del barco a vapor dio a todo este comercio un gran impulso, pues la travesía del Atlántico ahora se podía hacer en unos días, en lugar de las semanas que tardaba un barco a vela, ya que los barcos dejaban de depender del viento y las corrientes. Los barcos empezaron a construirse en acero y su tamaño aumentó, pues las máquinas de vapor eran cada vez más potentes y los barcos podían transportar más carga. La reducción del tiempo del viaje trajo consigo la aparición de los barcos de pasaje, pues cada vez era más gente la que quería cruzar el Atlántico en busca de fortuna, aunque, sobre todo en el siglo XX, mucha gente también tuvo que hacerlo por motivos políticos. Con ello surgieron las líneas regulares de pasaje a los principales puertos de América: Nueva York, San Juan, La Habana, Veracruz, Montevideo, Buenos Aires, etc.
Con el tiempo, muchos de los barcos que hacían escala en Santander llegaron a ser muy conocidos y, nada más ver su silueta, o escuchar su sirena, mucha gente les ponía nombre, tanto al barco como al capitán, y sabían de dónde venía y qué mercancía traía.
Fueron muchas las navieras que tenían oficinas en Santander, siendo dos de las más recordadas la Compañía Transatlántica, sucesora de la Compañía de Vapores de A. López, y la Holland-America Line. Entre los barcos, destacan los vapores "Alfonso XII", "Alfonso XIII", "Reina María Cristina" y "Cristóbal Colón", y la motonave "Covadonga".
La irrupción de los vuelos transoceánicos a finales de los años cincuenta puso fin a los viajes en barco y a la desaparición de las líneas regulares de pasajeros.
Vapor "Reina María Cristina"
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Vapor "Cristóbal Colón"
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Vapor "Alfonso XIII"
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Transatlántico "Siboney"
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Vapor "Veendam"
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Motonave "Covadonga"
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Actualmente, la única línea regular de pasajeros que existe en Santander es la de Brittany Ferries, que une Santander con Plymouth y Portsmouth y cuyos barcos atracan en el muelle de Maliaño, junto a la Estación Marítima. La actividad mercantil del puerto se desarrolla en los muelles de Raos, lejos de la ciudad.
Un poco de historia (LXVII). La plaza de Velarde
Un poco de historia (LXV). El suministro de agua a Santander (II)