Todos la conocemos. Es la farola que está al final del pequeño espigón junto al Palacete del Embarcadero. Puede que sea una de las escenas más fotografiadas de Santander. Desde hace muchos años ha habido una farola en ese punto, impasible al mal tiempo, a suradas, a golpes de mar, etc. Puede que tenga rotos algunos cristales del farol y que no se encienda, pero ella resiste.
¿Quién no ha caminado hasta ella, con miedo de caerse al mar, para hacerse una foto, contemplar el paisaje, sentarse en el suelo o en el noray que está a su lado a pasar la tarde, pescar...? De todas las farolas que hay en Santander es, sin duda, la más retratada. Ha sido, es y será protagonista de fotos y cuadros durante mucho tiempo. Antes que la actual hubo otras y algún día la sustituirán, pero seguirá siendo objetivo de cámaras y pinceles.