Cuando en el siglo XVIII Santander se convierte en ciudad, dentro de las murallas sólo había una fuente, la de Santa Clara. Fuera de las murallas, en cambio, estaban las fuentes del Río de la Pila, Becedo, o de San Francisco, y el Cubo, aunque más que fuentes eran simples manantiales. En aquel entonces la gente tenía la costumbre de limpiar el pescado y las hortalizas en las fuentes, así como de lavarse los pies, lavar la ropa de los enfermos, dar de beber al ganado y otros actos que obligaron a tomar medidas urgentes para desterrarlos.
En 1757 se pusieron caños a las fuentes del Río de la Pila y de Becedo, y en 1771 se hizo una derivación en la fuente de Santa Clara para instalar otra fuente en la Plaza Vieja, a la que se llamó "La Giralda". El problema del agua potable continuó, y en 1804 se descubre el manantial de Perines, en el que se instala una fuente junto al Camino Real, y la fuente de La Giralda es trasladada junto al puente de La Ribera. Acabada la Guerra de Independencia, se descubre un nuevo manantial en Becedo que acabó suministrando agua a la fuente que había en la Alameda Primera. En Molnedo había un manantial que alimentaba la aguada de los buques y un lavadero de diez caños.
En 1837 el regidor Sánchez Porrúa presenta una proposición que recogía las necesidades de la población: "Los barrios del Muelle Nuevo y Viejo, la Plaza Nueva, la Puntida, el Arcillero, la calle de la Mar, Santa Lucía, San Simón y demás de toda la parte de la ciudad desde la calle de la Blanca y la Compañía al Este, que toca la mitad del vecindario, carecen de aguas puras para el uso de sus vecinos". Más adelante, añadía: "Si en Santander existen pocas y bien distribuidas fuentes, su forma y aspecto, además de ofender a las reglas del buen gusto luchan con la comodidad de las personas que acarrean a sus moradas las aguas de uso diario. Hace un año que se emplearon gruesas sumas en la construcción de fuentes que, sobre serlo en el nombre únicamente, ofenden, injurian y dan una triste idea de la población. Hace pocos meses que se han establecido otras dos dignas más bien que de aquel nombre, el de mausoleos o cenotafios. Están como en un sótano o caverna". Además, Sánchez Porrúa pedía la creación de una plaza de fontanero municipal "bien dotada sobre el supuesto de escasear los profesores de esta arte, que pudiera venir de Barcelona o Madrid".
El elegido fue Ángel Zavaleta, quien en 1838 presenta un estudio en el que desecha la disposición de las fuentes que en ese momento había en Santander por no ser apropiadas y porque el agua que manaba de ellas contenía sales térreas ya que la captación de aguas era prácticamente superficial. En 1846 las fuentes que había en Santander eran las del Peso, del Río de la Pila, del Río Nuevo, la Alameda, Cañadío, Santa Clara y el Puente, el Cubo y Molnedo, insuficientes para la ciudad ya que se calculaba que se necesitaba el doble del caudal proporcionado por todas ellas. En 1850 el ingeniero Calixto de Santa Cruz presentó un estudio en el que proponía conducir el máximo de agua desde Molnedo a la ciudad, reemplazar las cañerías existentes por otras de hierro colado, abrir pozos y galerías en donde brotaban los manantiales que surtían las fuentes del Río de la Pila y del Matadero y el llamado Río Nuevo, levantar las fuentes del nivel en que se hallaban, construir dos lavaderos y establecer depósitos para incendios y fuentes y abrevaderos en los límites de la ciudad.
Fuente en el Río de la Pila (1900)
Este estudio es tomado en consideración y se adjudica un presupuesto de 90.000 reales para su realización. Entre las obras realizadas estaba la instalación de una fuente en la plaza de la Aduana surtida con aguas del manantial del Río de la Pila. Sin embargo, el arquitecto que la diseñó no tenía nada de artista y la fuente pasó a engrosar la lista de horrores que unos años antes había denunciado Sánchez Porrúa. Esta fuente enseguida fue bautizada como la "fuente del monstruo".
Fuente en la plaza de la Aduana (1900)
El proyecto de Santa Cruz se quedó pequeño ya que en 1863 se recurre al ingeniero de minas José Navarro, a quien se encargó un estudio sobre la posibilidad de abrir nuevos manantiales o de practicar pozos artesianos. En su informe, entre otras cosas, Navarro dice lo siguiente: "[...] El terreno en que yace la ciudad es de sedimento, es decir, compuesto de capas o estratos; éstos son calizas y areniscas deduciendo que debajo deberían hallarse las capas de margas y arcillas, etc., que constituyen dicho terreno; existen, pues, capas permeables que son las calizas por sus grietamientos y hendiduras y las areniscas; debe haber también capas impermeables, pues las fuentes hoy existentes nos prueban su existencia, sin las cuales aquéllas, por los principios expuestos, no podrían existir [...]". Navarro creía que, además de las corrientes superficiales que alimentaban las fuentes, debían existir corrientes a más profundidad que producirían fuentes ascendentes en cuanto se perforasen con una sonda.
También decía que en Las Llamas existían manantiales procedentes de una corriente interior y que las condiciones geológicas del lugar y de la ciudad eran las mismas, por lo que podrían perforarse pozos artesianos y conducir sus aguas a Santander por medio de galerías que atravesaran la colina del Alta.
Un poco de historia (LXV). El suministro de agua a Santander (II)
Un poco de historia (LXIII). La avenida de los Infantes
Donde estaba la fuente que citas de Río Nuevo?
ResponderEliminarSinceramente, no lo sé. Llevo tiempo intentando averiguar dónde se encontraba ese lugar, pues esta no es la primera vez que aparece, consultando libros, preguntando, etc., pero, de momento, no lo he conseguido. Ten por seguro que, en cuanto lo sepa, lo pondré en el blog. Muchas gracias por tu interés.
EliminarY la fuente de cañadio?
ResponderEliminarLa única información que dispongo sobre esa fuente es que había una en Cañadío en 1846, como ya digo en el texto, pero no sé cuándo se abrió, cuándo la quitaron, etc.
EliminarCañadío?
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