Desde muy antiguo siempre hubo un puente que unía las dos pueblas de Santander, primero sobre el arroyo de Becedo y luego sobre la calle de La Ribera. Empezó siendo un pequeño puente de madera y acabó siendo un gran puente de piedra y hormigón bajo el que circulaban los tranvías, como se puede ver en antiguas fotografías de Santander.
El último puente fue construido en 1912 y derribado en 1936. El puente tenía cuatro farolas en el medio y dos farolas artísticas en cada extremo. Dos de estas farolas se pueden ver actualmente en la plaza de Cañadío.
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