La Flota de Indias en Santander
El 17 de abril de 1659 15 galeones y 10 naves mercantes de gran tamaño entraron en la bahía para fondear en ella "por ser un puerto capaz para cualquier armada". Todos los barcos formaban la Flota de Indias procedente de las Provincias de Tierra Firme de Indias y habían realizado una tranquila travesía después de zarpar de La Habana a finales de febrero. Los barcos traían plata, maderas nobles, cacao, cuero y otros productos de ultramar. La Flota venía al mando del general-almirante Juan de Echeverri.
Cuando una flota de Su Majestad arribaba a un puerto, dicha localidad se encargaba del suministro de víveres y otras provisiones para las tripulaciones de los barcos, como refleja un acta municipal del 20 de abril: "Se encuentra en el puerto la flota y galeones de S.M., y deben procurar poner a su disposición los refrescos y pan cocido necesarios. Los integrantes del ayuntamiento irán a cumplimentarles y mandan pregonar que todos los mantenimientos se lleven a la plaza pública, prohibiendo salir fuera de los muros de la villa a comprarlos para evitar la reventa y el aumento excesivo de los precios".
Por ese motivo el Ayuntamiento acuerda establecer los precios de los productos de primera necesidad para controlar así el "encarecimiento por la llegada de la flota". El 6 de mayo se hace constar en acta que "falta vino para la provisión de la flota que se encuentra en el puerto". Por lo cual, para evitar especulaciones, se manda pregonar "que todo el vino que llegue a Santander debe conducirse a la lonja del arrabal chico, bajo de las casas del señor procurador general, para venderlo allí al por menor al precio fijado por el Ayuntamiento". Además del vino, otro producto que también escaseaba era la carne y "para suministrar la carne necesaria a los galeones de la armada se ha ajustado su abastecimiento con Francisco de la Rosa y Miguel Sánchez de la Queveda, vecinos de Viveda; los precios han quedado fijados en 40 maravedís la libra de carnero y 26 maravedís la libra de vaca y castrón, libres de impuestos por ser para la provisión de la armada".
Para paliar en parte la difícil situación financiera de la villa el Ayuntamiento procedió a cobrar alcabalas por los géneros que se desembarcaban. Esta situación se mantuvo hasta la primera semana de agosto, cuando partió del puerto santanderino la última nave de la Flota.
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